El lema escogido para este año “Cáncer: cuida tus pasos”, ha
puesto el foco sobre un tema del que no se habla habitualmente, el impacto de
buena parte de los tratamientos oncológicos sobre el pie. Tal y como destaca la
propia federación, conocer esta información a tiempo puede afectar tanto a la
calidad de vida como a las posibilidades de tratamiento. De ahí nuestro interés
por recoger en este artículo, de manera muy resumida, las principales ideas del
dossier publicado en inglés por la organización.
La federación insiste en que algunos efectos secundarios
desaparecen tras el tratamiento, mientras otros pueden permanecer y advierte
que algunos medicamentos presentan un mayor número de molestias para el
paciente en las primeras seis semanas de tratamiento, mientras otros lo hacen
entre los dos y los tres meses.
Síndrome mano-pie
Uno de los efectos secundarios de una parte de estos
fármacos es el síndrome mano-pie, eritrodisestesia palmoplantar. Entre los
síntomas moderados destacan la hiperqueratosis (durezas), enrojecimiento de la
piel, hinchazón (que favorece que la uña pueda encarnarse), mayor sensibilidad,
ampollas, ardor y hormigueo, tirantez y callosidades en los puntos de apoyo.
Las manifestaciones más severas de este síndrome comprenden
piel agrietada, descamada y frágil, ampollas y úlceras, dolor severo e incluso
dificultad para caminar.
Además, este tipo de tratamientos tienen un impacto
importante sobre la uña. Es frecuente que se caigan, que cambien de color, que
se produzca inflamación en el nacimiento, o que se vuelvan frágiles y se formen
capas que se rompen.
Consejos para reducir las molestias
Para afrontar, en la medida de lo posible, estos efectos
secundarios, la federación repasa algunos consejos.
- Evitar el agua caliente.
- Secar cuidadosamente con ligeros toques de toalla, sin frotar.
- Refrescar los pies con agua corriente fría, una toalla húmeda fría o envolver hielo en una toalla y aplicar durante 15 minutos, sin dejar el hielo en contacto directo con la piel.
- Evitar el calor del sol, así como las actividades que puedan favorecer los roces.
- Otro punto importante es evitar el contacto con productos químicos como detergentes.
- Usar guantes de algodón fino en lugar de goma.
- Aplicar cremas hidratantes con cuidado de no frotar.
- Usar ropa cómoda y amplia y zapatos que favorezcan la transpiración.
- Evitar caminar descalzo y usar calcetines y calzado con suela gruesa.
- Asesorarse sobre rellenos, acolchados o plantillas si fuera necesario un confort extra.
El cuidado idóneo de esta parte del cuerpo es un elemento
más en la calidad de vida del paciente oncológico. No olvidéis que los
profesionales estamos a disposición de pacientes y familiares para resolver
cualquier duda que pueda mejorar su estado físico en un momento de especial
sensibilidad y vulnerabilidad. ¡Todo nuestro apoyo en esta batalla!