¡El tiempo
vuela! Este año se cumplen 20 desde que me diplomé en Podología en la Escuela
de Enfermería, Fisioterapia y Podología de la Universidad Complutense de
Madrid.
La mía fue la sexta promoción en la capital de una profesión sanitaria
que empezaba a despegar. Hasta entonces, la atención podológica correspondía a
profesionales de enfermería que completaban su formación con un tiempo de
especialización, no exactamente las actuales especialidades de enfermería.
Por
cierto,
aquí os dejo mi orla, no sé si alguien podría reconocerme… Por si acaso,
estoy en el centro de la segunda fila empezando por abajo, con cara de foto oficial, la verdad... Y
también un recuerdo del día de mi graduación con Esther, hoy mi mujer.
En este
tiempo he podido ver todo tipo de problemas en la consulta. Muchos de ellos
podrían haberse evitado con un cuidado adecuado de esta parte del cuerpo que no
siempre recibe la atención que merece, a pesar de soportar todo su peso.
Con esta reflexión surgió la idea hace mucho, mucho tiempo de escribir este blog, como parte de mi compromiso personal con mis pacientes pero también con la sociedad. Una apuesta por la prevención y la educación para la salud, que es parte de nuestra labor como sanitarios, en la que espero que me acompañéis.
Con esta reflexión surgió la idea hace mucho, mucho tiempo de escribir este blog, como parte de mi compromiso personal con mis pacientes pero también con la sociedad. Una apuesta por la prevención y la educación para la salud, que es parte de nuestra labor como sanitarios, en la que espero que me acompañéis.
Junto a mi
trabajo, mis hijas Paula y Martina -sus
pequeños pies protagonizan la foto de cabecera- son mi gran pasión. El
verdadero motor que me impulsa a estar al día personal y profesionalmente.
¡Os invito a
seguirme en esta aventura!
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